No voy a engañaros. Opositar te cambia la vida, y, a priori, no es a mejor. Sin embargo, hay varias cosas que pueden ayudarte a sobrellevarlo y yo estoy aquí para contártelas.
(Este texto no lo he escrito yo, lo ha hecho una de mis alumnas que acaba de conseguir su plaza, a la que admiro, como a todas las demás, por la fuerza con la que luchan por lo quieren. Porque personas como ellas me siguen demostrando que querer es poder y que lo imposible deja de serlo en cuanto te pones a hacerlo.)
En primer lugar, opositar es invertir tu tiempo y tu esfuerzo en un objetivo que nadie te garantiza que conseguirás. Es dejar de ser persona, un ser social, para convertirse única y exclusivamente en opositor. La oposición es un proceso largo, duro y sacrificado. Y es que, realmente, una oposición no la saca cualquiera. Pero eso es lo primero que debes aprender: tú no eres cualquiera, eres el/la mejor.
Mis primeros meses estudiando fueron de contacto. Mantuve mi vida social habitual y estudiaba de forma similar a la universidad. ERROR. Luego encontré la voz de mi conciencia en la persona que me preparó, no solo para aprobar, sino también para confiar en que aprobaría antes de lo que esperaba y con un resultado mejor al que creía. Y así fue.
Así que, confía en tu preparador(a), pero confía también en ti y en tu criterio. Él/la te mostrará el camino, y si eliges al/la mejor te lo allanará, pero no puede recorrerlo por ti. Busca en sus consejos el sistema que mejor te funcione y llévalo al extremo. Busca una preparación exigente que te sobrepase las primeras semanas para que tras estas, hayas aprendido que eres capaz de más, y así sucesivamente. No te quedes con la sensación de “podría haber hecho más”, porque probablemente otro opositor sí lo haya hecho.
Organiza bien tu tiempo, busca siempre tu momento, respeta tus días libres, desconecta, y sobre todo descansa. La oposición es un proceso largo, una carrera de fondo, a veces con obstáculos. El descanso es tan importante como el estudio. Porque llegará de nuevo tu primer día de estudio, y mereces un rendimiento pleno. En ese rendimiento se está forjando tu futuro.
Nunca olvides la razón por la que empezaste. Dicen que hay dos tipos de opositores. Los que opositan porque la oposición es el único camino para conseguir el trabajo de sus sueños, y el opositor que busca una estabilidad laboral para siempre. Sea cual sea tu motivo, tenlo siempre en mente. Nunca, repito, nunca lo olvides. En los momentos de mayor incertidumbre, ausencia de convocatoria y tras meses de estudio, será lo único que te ayude a seguir adelante.
Focaliza en la recompensa. Opositar es temporal, el logro es para siempre. Y créeme, habrá merecido la pena. El día que sepas que has aprobado, que has logrado tu objetivo, todo lo negativo que te he contado quedará relegado a un segundo plano, al cajón del olvido. Olvidarás las noches en vela, los nervios previos a un examen, las dudas sobre tu propia capacidad, todas las veces en que olvidaste el por qué y el para qué de todo este esfuerzo. En ese instante, tendrás la respuesta ante ti, y será para siempre. Es una sensación tan indescriptible, tan distinta, tan incomparable a nada, tan inolvidable, que no puedo explicártela. Pero puedo animarte a que la vivas.
Recogerás la cosecha de la constancia y la perseverancia. Agradecerás el esfuerzo invertido y entenderás que opositar te cambia la vida… A mejor.