Hay un error muy frecuente entre las personas que opositan: compararse con los demás.
¿Te suena?
En momentos vitales complejos, cómo es un proceso de oposiciones, se producen muchos altibajos emocionales y si no trabajas en ello, las inseguridades y los miedos se pueden apoderar de ti hasta hacerte sentir muy pequeñ@, incluso incapaz.
Es entonces cuando miras hacia fuera y sientes que hay otras personas que se están preparando mucho mejor de lo que lo estás haciendo tú.
Porque, salvo algunas excepciones, siempre salimos perdiendo en esta comparación.
Y sientes que el resto se organiza mejor, tiene más tiempo, tienen mejores esquemas, no pierden el foco, cumplen su planificación…
Todas las carencias que crees que tienes las ves convertidas en virtudes en los demás. Cuando nos comparamos tendemos a ser muy generos@s con las cualidades ajenas, y muy dur@s con las nuestras.
Pero en esos momentos no es la realidad quien habla, es tu propia inseguridad, son tus miedos en estado puro, dando rienda suelta a lo que más temes de ti mism@, sin ningún tipo de filtro.
Pero, es posible darle la vuelta a la tortilla y convertir todos esos mensajes negativos en algo positivo.
¿Cómo?
Cuando sientas que esta situación te atrapa cambia el objetivo, deja de mirar hacia fuera y mira hacia dentro. Aprovecha esta envidia improductiva y conviértela en una oportunidad para detectar qué necesitas mejorar en tu método de estudio.
La única persona con la que deberías compararte en este proceso es contigo mism@. Ponte las pilas, revisa tu forma de estudiar, cambia lo que no te sirva, para, piensa, replanifica, reajusta… Y en un tiempo echarás la vista atrás y al ver todo lo que has conseguido, el resto te importará poco, porque tú habrás llegado allí donde querías estar.