Reconozco que, nunca me tomé el opositar como un sacrificio o un horror. Va con mi forma de ser, y suelo ver el vaso medio lleno casi siempre. Consideraba que era una decisión propia, que implicaría ciertos cambios en mi estilo de vida. Y que, como toda decisión importante, conllevaría alguna pérdida. Punto. Sin más dramas.
En mi opinión, opositar (y más aún, a algo que te guste) es una suerte. Tener la posibilidad de transformar mi vida es un privilegio. Y, que sea posible hacerlo únicamente con mi esfuerzo y mérito, no es hecho habitual en un mundo donde vale mas un enchufe que tu talento.
Por tanto, siempre me recordaba que estaba luchando por una vida mejor, la que yo quería. Y te diré que, cuesta, pero se puede. Tendrás momentos de dudas, pero se pasarán. Te angustiará la incertidumbre de miles de “y si no….”, pero también te dirás que “tú puedes” y lo harás, igual que otros lo han hecho antes que tú. En algún momento te plantearás tirar la toalla, pero no lo harás, porque sabes que el resultado merece la pena. Y mientras tanto, soñarás con tiempo libre, viajes, comprarte una casa, tener todas las tardes para estar con tus hijos, libertad, independencia… Y después de mucho trabajar, todo esto llegará.
Además, hoy te quiero dar ideas para que puedas disfrutar del día a día, a pesar de la exigencia del estudio en una oposición, e intentar que este camino no sea una tortura. La mayoría son rutinas que yo tenía y que me ayudaron a que mi vida como opositora tuviera también una parte gratificante.
Mi vida social era importante para mí, y lo de enclaustrarme un año no lo veía, así que me las ingenié (gracias a la comprensión de mis amigos y familia) para quedar dos o tres veces a la semana con mi gente. ¿Cómo lo hacía?: quedaba siempre cerca de la biblioteca, bien para desayunar, comer o tomar algo a las 21:00 que salía de estudiar. Un máximo de una hora y media, porque si no, desconectaba demasiado y me daba sueño o mucha pereza volver.
Decidí desde el principio que ese año no iría a eventos tipo bodas, bautizos, fiestas del pueblo, nocheviejas, vacaciones con amigas, etc. Aunque parece un sacrificio, para mí era mejor, básicamente por el hecho de que: “ojos que no ven, corazón que no siente”, y sabía que me sentiría mal si pasaba días enteros sin estudiar. Prefería minidescansos diarios que tantos días de desconexión. Así que, me ahorré el tener que decidir a que iba y a que no, y directamente no fui a nada.
Además, intentaba que la vida con mi pareja fuera gratificante y espacio de desconexión y no llevarme la oposición a casa. Por eso, estudiaba en la biblioteca, así separaba estudio de descanso, me esforzaba por mantener un buen humor, disfrutar de una película en el sofá, hablar de otras cosas, no quejarme de mi situación, ni victimizarme y tener en mente siempre que la oposición no afectara a mi relación, ya que era algo mío y no era justo que nadie más sufriera por ello.
También me ayudó estudiar en bibliotecas y salas de estudio bonitas e inspiradoras. Con libros o revistas que podía ojear en descansos (porque el móvil lo dejaba en casa), con un espacio para poder comer a mediodía (llevaba la comida en un tupper) y muy muy silenciosas (amablemente, sin mosquearme, con mi mejor sonrisa y tantas veces fuera necesario, si llegaban jovenzuelos que se ponían a hablar, les pedía por favor, que salieran fuera, que muchos estábamos ahí porque necesitábamos estar concentrados y que el silencio es fundamental). Tenía localizadas 2 o 3 cerca de mi casa y había días que decidía ir a una u otra sólo por cambiar y salir de la rutina. Cierto es, que viviendo en Madrid Centro esto es fácil. Sé que en ciudades más pequeñas este asunto se complica.
Importante: evitaba hablar de oposiciones con personas que no opositaran y que mis conversaciones fueran de otros temas. Sólo opositaba de 9:00 a 21:00 y mientras estuviera sentada en la silla. El resto del tiempo era para todo lo demás que no empieza por “opo…”.
Y, básicamente así, viviendo un día cada día, sin pensar más allá de mis objetivos diarios, manteniendo un buen humor y disfrutando del par de horas de vida social, fueron pasando los meses, fui dominando el temario, aumentando el rendimiento y viéndome cada día más cerca de mi plaza. Vivir esto con sufrimiento no aporta nada.