Cuando opositas hay de todo.
Hay días que te comes el mundo, estás deseando levantarte y ponerte a estudiar, el tiempo pasa rapidísimo y estudias 10 horas.
Y hay otros que el cuerpo te pesa mil kilos y sólo levantarte de la cama es un mundo. Igual estudias un par horas y lo único que quieres es dejar de estudiar.
Hay días que no aguantas a nadie. Que todo te parece mal, que te digan lo que te digan, nada vale. Y piensas que estás insoportable, que igual te está cambiando el carácter, …sin saber muy bien si merece la pena o no.
Hay días que se atasca un tema y no avanzas nada.
Otros en cambio, algo hace click en tu cabeza y entiendes todo lo que no habías entendido hasta ahora.
Muchos días sabes que puedes, que lo vas a conseguir, que es cuestión de horas, de dedicación y de constancia, pero que una plaza es tuya.
Pero otros dudas de ti, de tu capacidad, de si esto fue una buena decisión, de si estarás perdiendo el tiempo, de si algún día lo conseguirás. Y te sientes horrible.
Hay días que parece que no memorizas nada, te salen mal los exámenes, te bloqueas con el preparador, empiezas a compararte con otros y todos lo hacen mejor que tú. Y parece que en lugar de avanzar, desaprendes lo que ya te sabías.
Hay días muy grises, que sientes miedo. A no conseguirlo, a defraudar a todos, a perder el tiempo, a no poder, a suspender. Tienes mucho miedo a fallar.
Y otros sabes que suspender no es fallar, que es parte del proceso y que ya llegará el momento en que estés tan bien preparada que aprobarás.
Hay días que sientes angustia, frustración, inseguridad y agotamiento.
Otros, con cumplir los objetivos que tenías marcados para ese día, eres las más feliz.
Sí, hay días y días.
No, no eres bipolar.
Estos cambios de humor los causa la presión, la soledad, el cansancio y la complejidad de opositar. Es así. Te pasa a ti y a todo el mundo. No sé si te ayuda, pero todo se cura en cuanto apruebas.