Cómo llegar a la plaza es un camino único y diferente al camino de todos los demás. No se puede comparar el de dos personas, porque no hay dos opositores iguales. Es un proceso de superación personal y de lucha, solitaria y en silencio. De batallas campales contra el desánimo, el fracaso, el cansancio, la dificultad y todas las circunstancias que te rodean y demandan tu atención.
Por eso no valen las medias: “¿cuántos años de media hacen falta para sacar tal oposición?”. Como su nombre indica la media, es un número que no existe en realidad. Es el resultado de muchos números dispares que sí existen. He visto cómo, en la misma oposición hay personas que aprueban a la primera y otros en 7 años. Y lo importante es que esas dos personas llegaron. Consiguieron su meta y su plaza. ¿Quién sabe las circunstancias de cada uno?, ¿su tiempo disponible?, ¿su capacidad de ser eficiente y de afrontar el temario de un modo eficaz?. Incluso las experiencias previas, laborales y personales son relevantes. La necesidad mayor o menor de conseguir esa plaza. Tu nivel de hartazgo de las condiciones laborales en el sector privado. El número de horas disponibles para estudiar. Tu capacidad de memorizar, comprender, sacar conclusiones, de distinguir lo importante de la paja. Tu dificultad para concentrarte, focalizar y priorizar. El tiempo que tardas en recomponerte después de un fallo, cómo manejas la presión y la dificultad. Existen cientos de variables que influyen en el resultado.
Conseguir una plaza, es una decisión. Tu decisión. Una que cambia todo y que, como toda decisión importante, implica pérdidas. Las que lo hemos conseguido sabemos cuáles han sido las nuestras. Y, quien está en el camino, sabe de lo que hablo. Pierdes tiempo para estar con las personas que quieres, pierdes tu tiempo libre, puedes perder relaciones personales, oportunidades para hacer otras cosas y un sinfín mas. A pesar de ello, yo echo la vista atrás y no cambiaría nada.
El camino a la plaza es una responsabilidad no compartida con nadie. Es tu responsabilidad y estás completamente sola. Puede haber personas que te apoyen y te comprendan, pero quien debe mantener el rumbo, el ritmo y la rutina eres tú. Y en esto hay quien tiene la suerte de tener personas que suman cerca, pero muchas veces, a pesar de que lo dicen con cariño, las palabras de los cercanos no ayudan nada. Comentarios del tipo: “este año apruebas seguro”, “te lo debes saber todo perfecto ya, con lo que estudias” o “descansa un poco que te vas a poner mala de tanto estudiar” hacen que el nivel de irritabilidad se dispare y nos sintamos aun más solas.
Para mí, opositar fue un proceso de superación, que me reafirmó en la idea de que la historia de tu vida la escribes tú. Y que todo esfuerzo limitado en el tiempo, merece la pena cuando la recompensa es independencia, libertad, seguridad y confianza.
Recuerda, del mismo modo que no hay dos personas iguales, no hay dos caminos a la plaza iguales. Y tú debes pensar sólo en hacer el tuyo del modo más eficaz posible.